Las defensas del cuerpo o sistema inmunológico son un conjunto de componentes del cuerpo que lo protegen y defienden de agresiones por materiales externos o gérmenes.
Dichos ataques pueden provenir de bacterias (como las que causan diarrea o la tuberculosis), de virus (por ejemplo el virus de la gripe o del COVID-19), hongos (que causan micosis en la piel), parásitos (como la ameba y la solitaria) o heridas (cortaduras, pinchazo, etc).
Además, los estilos de vida saludable son el conjunto de acciones y prácticas rutinarias o habituales que permiten mantener la salud de las personas y el correcto funcionamiento de diversas actividades del cuerpo para vivir, lo que incluye el sistema inmune.
Los estilos de vida saludable incluyen no fumar, no consumir exceso de alcohol, alto consumo de frutas y verduras, tener un peso adecuado y estable, dormir mínimo siete horas diarias y hacer ejercicio de manera regular. Cuando una persona realiza todas estas acciones, indica que está cumpliendo con adecuados estilos de vida saludable y por tanto promoviendo un adecuado funcionamiento del sistema inmune.
Los mecanismos en cómo actúan individual y grupalmente los estilos de vida saludable están relacionados al funcionamiento de nuestros genes al interior de cada una de las células del cuerpo, lo que incluye las células o glóbulos blancos en la sangre (uno de los componentes del sistema de defensas). En otras palabras, cada hábito y cada acción que realicemos o afecte el cuerpo, afecta los genes de cada célula, incluyendo las células relacionadas al sistema de defensas.
Un peso saludable contribuye a un buen funcionamiento de los glóbulos blancos. Las personas con exceso de peso presentan un bajo funcionamiento de los glóbulos blancos, además de tener un mayor riesgo de enfermar, de sufrir enfermedades del sistema inmune y de morir. Además, las personas con exceso de peso u obesidad presentan alteraciones o cantidades anormales de grasas en su sangre (colesterol, triglicéridos, HDL y LDL), que también disminuyen o comprometen el correcto funcionamiento del sistema de defensas.
Fumar y consumir alcohol son la causa de múltiples enfermedades a nivel de pulmones, hígado y otros órganos. Además, diversas investigaciones han descrito que las personas que fuman y/o beben alcohol son más susceptibles a infecciones, debido a que su sistema de defensas está disminuido. Además, las personas que fuman y/o beben alcohol también presentan otras alteraciones de los estilos de vida saludable, lo que incrementa el riesgo de tener un sistema inmune deprimido o de bajo funcionamiento.
Dormir es una de las necesidades del cuerpo humano, por lo que no dormir la cantidad y calidad suficiente contrae efectos negativos al cuerpo, incluyendo daños al sistema inmune. Las personas con alteraciones del sueño, como insomnio o sueño interrumpido, pueden llegar a presentar disminución de su función inmune. Lo que indica que un buen dormir se relaciona con un buen funcionamiento del sistema de defensas.
La actividad física de moderada intensidad y practicada regularmente (3-4 horas a la semana) tiene efectos saludables sobre el sistema de defensas. Cuando una persona tiene una práctica habitual y regular de ejercicio, estimula la producción de glóbulos blancos, fortaleciendo la respuesta del sistema inmune y llegando a largo plazo a limitar o retrasar el envejecimiento del sistema inmune.

En conclusión, el funcionamiento del sistema inmune o de defensas está estrechamente relacionado con los estilos de vida saludable. Por lo que dormir, no fumar, no tomar alcohol y realizar actividad física permitirán optimizar y/o mantener un correcto funcionamiento del sistema de defensas del cuerpo.
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