El paso del tiempo lo cambia todo y los seres vivos no somos la excepción. El envejecimiento se caracteriza por cambios progresivos que se asocian a deterioro y enfermedad.
Dichos cambios son la pérdida de reservas corporales (músculos, grasa, hueso, etc), menor función de órganos (riñones, hígado, corazón, pulmones, entre otros), alteraciones hormonales (menopausia, andropausia, hipotiroidismo), disminución de elasticidad (en músculos y piel) y disminución de las funciones del sistema de defensas, entre otros. [1]
Cada persona tiene un ritmo o velocidad de envejecimiento diferente a otra persona y curiosamente, en un mismo sujeto, cada órgano y sistema envejece a una velocidad diferente. El envejecimiento y la velocidad con la que ocurre obedece a diversos mecanismos y factores que actúan en conjunto, los cuales son: la composición genética, estilo de vida y exposición al entorno. [1]
La genética hace alusión a la función de los genes. Los genes son un grupo de sustancias químicas llamadas proteínas, están presentes en cada célula de nuestro cuerpo y controlan cada proceso que le permite al cuerpo vivir, crecer y mantenerse sano. El daño o mal funcionamiento de un gen combinado con una exposición ambiental (ejemplo: fumar, tomar, sedentarismo, contaminantes, entre otros) puede conducir a una enfermedad. Cada individuo tiene una carga o composición genética única, esto hace que tenga reacciones y procesos de envejecimiento diferentes a otras personas. Algunas personas tendrán genes que les darán ventajas para envejecer a menor velocidad que otras y viceversa. No hay forma de cambiar la genética de un sujeto, solo debemos vivir con ella y cuidarla con estilos de vida saludables. [2, 3]
Los estilos de vida saludable incluyen todas las actividades y costumbres que hagamos para mantener y cuidar la salud, por ejemplo: dormir adecuadamente, prevenir enfermedades, alimentación saludable, no fumar, no beber alcohol en exceso, controlar el peso, hacer actividad física, buen manejo del estrés de la vida diaria, entre otros. Un estilo de vida puede acelerar o disminuir la velocidad con que envejecemos de dos maneras. La primera es incrementando el aporte de sustancias que el cuerpo no puede manejar, por ejemplo, consumir exceso de azúcar (glucosa) y tener genes con limitada respuesta al manejo de glucosa, lo que causaría la diabetes La segunda es generando sustancias que dañan los genes llamadas oxidantes. [3, 4]
Los oxidantes, entre ellos los radicales libres, se pueden producir a partir de los productos secundarios del metabolismo (aprovechamiento de nutrientes en la célula) y por agentes ambientales como la polución, alcohol, cigarrillo, grasas, etc. Los radicales libres pueden generar daño (en un proceso llamado estrés oxidativo) permanente o temporal en los genes, causando envejecimiento y enfermedades. El cuerpo combate o estabiliza los radicales libres mediante el consumo de antioxidantes (principalmente vitaminas, minerales y sustancias químicas naturales en los alimentos) y enzimas como la glutation peroxidasa, sin embargo, estos procesos pueden ser insuficientes ante persistentes estilos de vida insanos. [5, 6]
No solo lo que comemos y hacemos genera radicales libres, exponernos a las diversas sustancias que están en el ambiente (polución, sustancias tóxicas, contaminantes, etc.) generan la producción de dichas sustancias y por tanto también conducen al envejecimiento y la enfermedad. [5]
Por último, se puede escoger la forma de envejecer y es decisión de cada sujeto. Se puede escoger un envejecimiento saludable, que demanda estilos de vida saludable y por qué no la inclusión de plantas y hongos medicinales que contribuyen al buen envejecimiento; o se puede optar por un envejecimiento patológico, donde los inadecuados estilos de vida generan enfermedad y envejecimiento acelerado. [4, 7]
En resumen, el envejecimiento es un proceso natural, que está condicionado por la composición genética y el daño que recibimos por los oxidantes producidos por inadecuados estilos de vida y sustancias contaminantes o tóxicas del entorno. No se puede detener el envejecimiento, pero sí disminuir la velocidad en que sucede, mediante estilos de vida saludable y consumo de antioxidantes.
Referencias
- Taffet, George. “Normal aging.” UpToDate, Kenneth Schmader, 19 Abril 2019, https://www-uptodate-com/contents/normal-aging?search=aging%20mechanisms&source=search_result&selectedTitle=1~150&usage_type=default&display_rank=1#H189995853. Accessed 11 Noviembre 2020.
- The American Academy of Family Physicians. “Pruebas genéticas: lo que usted debería saber.” ClinicalKey, El Sevier, 22 Noviembre 2016, https://www-clinicalkey-es/#!/content/patient_handout/5-s2.0-pe_AAFP_genetic-testing-what-you-should-know_es. Accessed 11 Noviembre 2020.
- Jové, Mariona, et al. “Estrés oxidativo, envejecimiento y longevidad.” Tratado de medicina geriátrica, 2 ed., ElSevier, 2020, pp. 252-264. ClinicalKey. Accessed 11 Noviembre 2020.
- Hamrick, Mark, and Alexis Stranahan. “Metabolic regulation of aging and age-related disease.” Aging research review, vol. 2020, no. 101175, 2020. PubMed, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32971259/. Accessed 11 Noviembre 2020.
- The American Academy of Family Physicians. “Antioxidantes: lo que usted necesita saber.” ClinicalKey, El Sevier, 22 Noviembre 2016, https://www-clinicalkey-es/#!/content/patient_handout/5-s2.0-pe_AAFP_antioxidants-what-you-need-to-know_es. Accessed 11 Noviembre 2020.
- Mercurio, Valentina, et al. “Redox Imbalances in Ageing and Metabolic Alterations: Implications in Cancer and Cardiac Diseases. An Overview from the Working Group of Cardiotoxicity and Cardioprotection of the Italian Society of Cardiology (SIC).” Antioxidants (Basel), vol. 9, no. 7, 2020, p. 641. PubMed, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32708201/. Accessed 11 Noviembre 2020.
- Sharifi, Medhi, et al. “Lifestyle, Oxidative Stress, and Antioxidants: Back and Forth in the Pathophysiology of Chronic Diseases.” Frontiers in physiology, vol. 11, 2020, p. 694. PubMed, https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/32714204/. Accessed 11 Noviembre 2020.
