Las defensas del cuerpo o sistema inmunológico son un conjunto de componentes del cuerpo que lo protegen y defienden de agresiones por materiales externos o gérmenes.
Dentro de los componentes o partes del sistema inmune se encuentran las mucosas (parte del cuerpo que produce humedad, moco o cera). Las mucosas evitan que ingresen elementos extraños al cuerpo, por lo que están ubicadas en partes estratégicas, como en el intestino.
El intestino es una víscera, conectada después del estómago y su función es hacer la digestión de los alimentos y absorber los nutrientes de los alimentos que serán transportados a todo el cuerpo. El intestino tiene una barrera que permite únicamente el ingreso de nutrientes y rechaza a los gérmenes que podrían enfermar al cuerpo. Dicha barrera se refuerza con la presencia y acción de bacterias benéficas llamadas probióticos, es decir, el intestino se encuentra colonizado o habitado por bacterias benéficas o probióticos.
Los probióticos tienen muchas funciones en el intestino, que en conjunto traen beneficios para la salud; además, dichas bacterias necesitan nutrientes para madurar y reproducirse, por lo que la fuente de dichos nutrientes se llama prebiótico. En otras palabras, un probiótico es una bacteria que vive en el intestino, trae beneficios para la salud del cuerpo y emplea los prebióticos para poder vivir dentro del intestino.
Dentro de las funciones de los prebióticos y probióticos está ayudar al sistema de defensas mediante diversos mecanismos: produciendo sustancias anti-inflamatorias y que promueven una óptima barrera intestinal, estabilizan la barrera del intestino, reducen el potencial dañino de gérmenes invasores, ocupan los lugares donde se podría localizar un potencial germen invasor y ayudan a la acción de las células o glóbulos blancos del sistema de defensas en el intestino.
La acción inmune o de defensas de los prebióticos y probióticos varía entre personas, en el transcurso de toda la vida y se afecta por los hábitos de cada individuo. La variación de la acción de defensa entre las personas se debe a que cada persona tiene una programación o genética diferente, junto a la variabilidad de tipos y cantidad de probióticos que tenga cada individuo.
Durante el transcurso de la vida, la cantidad y tipos de probióticos puede variar, según el grado de madurez del intestino y los alimentos y sustancias que se consuman. Por ejemplo al nacer, los primeros probióticos son suministrados por la madre (gracias al conducto vaginal por donde nace el bebé y a la lactancia materna); cuando se llega a los 2 años de edad se alcanza una madurez intestinal satisfactoria, pero los probióticos serán diferentes a los que eran en los primeros meses de vida; en los adultos mayores, debido al proceso de envejecimiento y a los hábitos durante la vida, es posible que los probióticos estén disminuidos y no sean tan eficaces.
En cuanto a los hábitos de las personas, los hábitos que dañan o alteran la función de los probióticos son el consumo excesivo de bebidas embriagantes, bajo o nulo consumo de frutas y verduras, alimentación alta en grasa, uso innecesario o excesivo de medica- mentos (como los antibióticos) y el sedentarismo. Entre las buenas prácticas que estimulan y optimizan los probióticos están el alto consumo de frutas y verduras (sin cocinar y enteras), alimentos integrales (centeno, trigo, avena, etc) y derivados de la leche fermentados (yogurt y/o kumis). Otra buena práctica es el consumo de productos nutricionales o alimenticios que sean adicionados con prebióticos y probióticos. Dichos productos estimularan la restauración y conservación de los probióticos en el intestino, lo que a mediano y largo plazo mejorará la salud del intestino y del sistema de defensas de la persona que lo consume.

En resumen, los probióticos son bacterias presentes en el intestino, tienen efectos benéficos en el cuerpo humano y su crecimiento y función está mediado por la presencia de prebióticos. Además, los prebióticos y probióticos tendrán efectos benéficos sobre el sistema de defensas, por lo que se recomienda estimularlos y conservarlos mediante una alimentación saludable y el consumo de productos donde estén adicionados.
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